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Libercuento: Espíritu crítico

Hoy día, el materialismo nos empuja a consumir hasta unos límites que amenazan con destruirnos. ¿Puede revertirse esta situación? Cultivar el espíritu crítico es el comienzo del cambio. ¿TE SUMAS?…

Tiempo estimado de lectura: 5min.

¿Qué es el espíritu crítico?

Tomé prestada la siguiente definición del concepto «espíritu crítico»:

El espíritu crítico es la capacidad del ser humano de cuestionar los principios, valores y normas que se le ofrecen en el entorno en el que se desenvuelve, siendo capaz de formarse un criterio propio que le permita tomar sus propias decisiones en las distintas situaciones que se le presentan.

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La importancia del espíritu crítico

Vivimos momentos cruciales, los humanos exprimimos los recursos naturales y el materialismo nos exprime a nosotros. Necesitamos como el comer un cambio de mentalidad, redefinir prioridades, abandonar viejos paradigmas y fijar un nuevo rumbo donde el bienestar común importe más que la economía.

El desarrollo del espíritu crítico es vital para que tomemos conciencia y podamos sumar para el cambio, tanto en el plano individual como en el colectivo.

Tarde o temprano, si damos por bueno este modelo económico, político y social que se basa en la producción y el consumo, el mundo globalizado se irá a la mierda, así de claro. Las alarmas suenan, si seguimos aceptando el pan y circo que nos brinda el sistema capitalista, las desgracias que suelen llover en otras partes del globo caerán en tromba sobre Occidente.

Sobre nuestras jodidas cabezas, hablando en plata, y no habrá techumbre que nos proteja.

¿Te parece exagerado? Antes de la pandemia, esta clase de afirmaciones eran tildadas de apocalípticas por millones de lenguas. ¿Dónde están esas lenguas ahora? Confinadas. Espero que sus propietarios aprovechen para observar, pensar, recapacitar y llegar a una conclusión productiva para el bien común.

Hace poco, un profesor de instituto (un abrazo, Guzmán) me dio una alegría. Intentaba que sus alumnos pensaran por sí mismos, que fueran críticos, más conscientes, lúcidos y responsables. La educación que reciben los jóvenes está en tela de juicio constantemente, pero según me contó Guzmán, un gran número de docentes están comprometidos con el desarrollo de una mirada crítica en el ámbito de la enseñanza. Confiemos en los docentes y cumplamos con nuestra parte: la educación la impartimos entre todos.

Es vital que las futuras generaciones desarrollen sus propias ideas y no se dejen embaucar por el rancio discurso de los valores predominantes. No necesitamos tener más, sino aprender a vivir con menos. La sostenibilidad del planeta reside en la renuncia a los bienes materiales innecesarios. Estas son las cosas que debemos enseñar a los jóvenes.

El mundo necesita nueva savia, apartar lo viejo para abrirse a lo nuevo. El espíritu crítico es el comienzo del cambio. Si los jóvenes aprenden a cuestionar la información, serán capaces de analizarla y obtendrán sus propias conclusiones. En tal caso, dudo mucho que decidan continuar por la senda del exterminio, por muy rentable que resulte para los mercados y la expansión económica.

Inconvenientes de cultivar el espíritu crítico

El espíritu crítico, como todo, tiene sus extremos y su término medio. En su justa medida nos evita caer en adoctrinamientos, engaños y servilismos, pero en altas dosis nos incita a desarrollar una oposición sistemática a toda clase de normas, reglas, leyes o costumbres.

En mi caso no llego a tal extremo, pero soy demasiado crítico, y no es fácil convivir con individuos como yo. Observo, analizo, considero los diferentes enfoques y y señalo las faltas, excesos, contradicciones, injusticias o hipocresías de todo lo que se me pone a tiro.

Todo sería más fácil si me centrara en lo positivo de la vida para que nadie tuviera que pedirme que me relaje, que me olvide de las sombras y me dedique a silbar, cantar y danzar en el jardín de la alegría. El espíritu crítico y la felicidad no se llevan demasiado bien.

Algunos trenes con vidas presuntamente deseables pasaron de largo con todos sus elementos: mujeres buenas y educadas, hogares con niños y mascotas, hipotecas, compras y vacaciones, ocio enlatado para occidentales acomodados y trabajos anodinos o estresantes o insufribles o deprimentes o todas estas cosas a la vez. Por lo que a mí respecta, se acabaron los sueños color de rosa con hedor a mediocridad y a pasatiempo estéril.

Pasaron los trenes, las promesas vacías las guardé en el cajón de los fracasos y me dejé conducir por el viento, que sopla huracanado llevándose lo superfluo, carcajeándose de los planes de vida y poniéndome, cada día, delante de una pantalla de ordenador. Como tantos otros, empecé a escribir para soltar lo que sentía y encontré un filón de gozo e incertidumbre.

Gozo por concebir, crear y sumergirme en los mundos paralelos que nutren mi espíritu; incertidumbre por salirme del redil y caminar sin rumbo ni remedio, qué le vamos a hacer, es mi sino, los críticos venimos al mundo para contrarrestar los efectos de los condescendientes, renunciamos al conformismo y vivimos, hasta que el cuerpo aguante, en el fragor de la contienda.

«Produce, consume, asegúrate el pan de la vejez y sobre todo, no des guerra» es un guion que no va conmigo. Soy un bucanero de las charlas filosóficas y los textos incisivos. Nací con un cuchillo entre los dientes y, a la mínima ocasión, abordo mentes y conciencias.

Cuando me entrego a la creación literaria, compongo espejos de miserias y grandezas donde autor y lector podemos vernos reflejados. La ficción nos ayuda a entender, a vernos y a comprendernos en el marco de las relaciones humanas. Con cualquier expresión artística ocurre lo mismo.

espíritu crítico: cuadro
El arte nos ayuda a cultivar el espíritu crítico.

Termino igual que empecé, con el mensaje que figura en la imagen de portada: enchúfate al cambio que necesita el mundo. Vivimos momentos cruciales y tenemos la obligación, cada uno desde su ámbito, de combatir las sombras que arroja el materialismo sobre el futuro de la humanidad.

Recursos gráficos de pngtree y pixabay.

Soy Liberto Vagamundo y escribo libercuentos. ¡Anímate a dejar un comentario!

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4 Comentarios

  1. Hana
    15 abril, 2020

    Está claro que todos aquellos que siempre se han aprovechado de las buenas voluntades de la gente, aprovechando ahora la coyuntura, podrán cometer todo tipo de crímenes contra este espíritu, y lo harán. Lo que queda es trabajar para conservarlo, pues la crisis no será solo económica o de recursos. La crisis también será de ideas. Y será gracias a gente como tú que algo de ese espíritu pueda encontrar resguardo en los relatos, como si fuera el último reducto. Podrán sucederse crisis de todo tipo pero los relatos siempre estarán ahí, siempre lo han estado y siempre lo estarán para aquellos que quieran conservar lo poco que les quede de dignidad.

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    1. Eugercio
      15 abril, 2020

      No me cuesta imaginar un escenario como el que describes. Los autoritarismos están al acecho y sacarán provecho de esta situación. Sirviéndose del medio, recortarán libertades y derechos en favor de los intereses económicos, políticos y sociales. Dependerá de nosotros, de nuestra unión y valentía, que nos roben o no lo que tanto ha costado conseguir: siglos de lucha, acuíferos de sangre, sudor y lágrimas. Tus palabras son un homenaje a todos los hombres y mujeres de letras que se esfuerzan en proteger este legado. Ellos no tendrán aplausos, porque el miedo decide quiénes son los imprescindibles para conservar la vida, pero no tiene en cuenta la dignidad de los que prefieren vivir de pie a morir arrodillados.

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  2. Hana
    14 abril, 2020

    Estupenda reflexión en tiempos de confinamiento. Desde mi punto de vista, esto que está en marcha solo es el comienzo de un camino donde la libertad de expresión acabará finalmente abandonada en alguna cuneta, por voluntad propia, o forzada por otros a permanecer en los libros de historia o en el rincón de algún museo como una reliquia del pasado, y con ello, el espíritu crítico. El derecho a la crítica y a poder expresar dicha crítica, que es la base de esa libertad y de ese espíritu, pasará a adquirir el estatus de agente patógeno mucho más virulento que cualquier otro patógeno, pues alienta el miedo mediante las ideas, y ataca la seguridad e integridad de la sociedad tal cual ha sido concebida. Y todo ataque al espíritu crítico quedará justificado con esta premisa, y además obtendrá el respaldo por parte de todos nosotros. Empezamos teniendo que hablar en clave y acabamos de maneras que difícilmente podemos sospechar. Por eso hoy es más importante que nunca está reflexión sobre el espíritu crítico, por muy tabú o incuestionable que pretenda ser la situación, pues son disfrazados de grandes verdades donde los instrumentos del poder obtienen los mayores logros en la lucha contra el espíritu crítico, además de creando tabúes. Va a resultar cada vez más difícil poder observar el entorno con ese espíritu, y ya no decir expresarlo, pues ya tendremos interiorizada e implantada la única opinión válida, y cuando llegue el momento en que nos arrebaten todo vestigio de espíritu crítico, apelando a nuestra seguridad y nuestro bien, hasta lo agradeceremos y celebraremos, olvidando que precisamente lo que nos hace humanos y nos otorga dignidad es ese espíritu.

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    1. Eugercio
      14 abril, 2020

      Una brillante reflexión, Hana. Imagino un futuro como el que describes y se me ponen los pelos de punta; yo, crítico por naturaleza, reducido a los escombros de la complacencia y el servilismo. Dentro de unos años la nueva Gestapo derribará la puerta de mi cuartucho para sacarme, por mi propio bien, los pájaros de la cabeza y tendré que reciclarme para ser reintegrado a la sociedad del proteccionismo. ¿Una distopía? Otra más, y las que quedan por venir. En la civilización de la hipocresía, las verdades se sienten arrinconadas y cada vez más despreciadas, tergiversadas y ninguneadas. Al final no tendrán cabida, todo serán falacias sagradas que velarán por nuestro bienestar y asegurarán nuestra supervivencia, por muy deshonrosa que esta sea. Ya no habrá honra, ni virtud, ni honestidad, solo tasaciones comerciales. Tanto tienes, tanto vales, y si no tienes nada… ajo y agua.

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