Santiago Lorenzo aparcó su profesión de cineasta (no soportaba el mamoneo) para dedicarse a la narrativa. Los huerfanitos fue su segunda novela, obra de culto elogiada por la crítica y tocada con la varita del éxito editorial.
Desde que se abre el telón, asistimos a una comedia perspicaz, jocosa y rocambolesca que nos ofrece altas dosis de gozo literario.
Tiempo estimado de lectura: 5min.
Sinopsis
El Pigalle, un teatro de pasado glorioso, está al borde del embargo por la afición al pitorreo de su manirroto patrón, Ausias Susmozas, que en su ruinoso lecho de muerte convoca a sus tres hijos para endilgarles una herencia envenenada.
Los hermanos acuden a destiempo y por mero interés, con el único propósito de resarcirse económicamente de los agravios, humillaciones, nulo afecto y falta de cuidados que les dispensó su progenitor hasta que pudieron emanciparse.
Argimiro, Bartolomé y Críspulo (bautizados con sorna y por conveniencia alfabética: A, B y C), tras muchos años sin verse ni tratarse, se reencuentran y descubren el pastel: el banco se quedará con el Pigalle si no satisfacen una deuda exorbitante.
La única posibilidad de conservar el teatro pasa por cobrar una subvención que les obliga a estrenar una obra en un plazo de cinco meses. Los hermanos, a la desesperada, se embarcan en un estreno pesadillesco que resucita sus fantasmas, pone a prueba su escasez de medios y facultades y les lleva hasta los límites de su aguante.
Has leído una sinopsis original de Ficción Literaria
Mi visión personal
Descubrí a Santiago Lorenzo en el espacio televisivo Página Dos. Tras escucharle unos minutos, supe que había encontrado una mina. Presentaba su última novela (Los asquerosos) y se expresaba sin florituras, con una sabia llaneza y franqueza que engendraron en mi interior unas expectativas literarias que se cumplieron con creces con la lectura de esta novela.
Esta primera exploración fue tan satisfactoria que, además de leer y reseñar Los huerfanitos, tengo pendiente una nueva incursión en la narrativa de Santiago Lorenzo, un excelente observador de la naturaleza humana con grandes dotes para el humor y un talento que se explaya, con admirable ingenio, en el terreno de la creación literaria.
En definitiva, Los huerfanitos es un alarde de imaginación y buen hacer plasmado con un lenguaje culto, anacrónico, plagado de suculentos coloquialismos y con un tono de sainete que recuerda a Jardiel Poncela.
La trama
La contradictoria entradilla con la que arranca la comedia no puede ser más elocuente y premonitoria: «Los hermanos Susmozas odian el teatro. Se meten a hacer teatro».
Tras la muerte del patriarca, los hermanos se alojan en el mismo escenario donde acontecieron sus traumáticas infancias (el teatro Pigalle) entre continuos desprecios y abandonos que llegaron al extremo de prolongarse durante días, como en esta ocasión:
Lo de los servicios sociales, por entonces, ni existía. Con lo que les dieron un paquetón con bocadillos y peras y les dejaron un número de teléfono por si querían algo.
Los huerfanitos (Santiago Lorenzo)
Los tres hermanos lo detestan, pero están obligados a reflotar el Pigalle so pena de embargo y deciden estrenar una obra llamada La vida. Por lo demás, las nulas dotes artísticas y el penoso capital de los herederos convierten el montaje teatral en una suma de despropósitos, fárragos y chapuzas.
Enfrentados a sus propias miserias, los Susmozas tendrán que lidiar con un director inepto, con un grupo de jubilados ingobernables como único apoyo técnico y con actores reclutados en un grupo de terapia de adictos al alcohol.
En el belén que se organiza se suceden los enredos, disparates y situaciones hilarantes que rozan lo inverosímil. Para que te hagas una idea, en la rueda de prensa previa al estreno, el director de la función responde en estos términos a un periodista:
—Buenos días. Quería saber si la reapertura del Pigalle es definitiva, tras el cierre de los últimos años.
—Pues vete tú a saber. La situación económica de la familia Susmozas da miedo, ha habido problemas de dinero muy serios, de caerse de espaldas… Si solventamos el pifostio, seguimos. Si no, todos a Cáritas a por el chusco de pan… Pero, vamos, que los problemas están muy bien disimulados. La vida se parece bastante a un montaje normal.
Los huerfanitos (Santiago Lorenzo)
La frase
La vida del patriarca de los Susmozas fue una juerga de principio a fin. En la lápida de su tumba, figura esta inscripción: «Me lo he pasado bastante bien. Muchas gracias». La frase que voy a resaltar, guarda una estrecha relación con semejante epitafio. Hace referencia a Gran Damián, la mano derecha de Ausias Susmozas en el teatro Pigalle.
Se hacía extraño verle llorar. No tenía cara para eso, como si hubiera nacido sin lagrimales en una gozosa minusvalía. Sus mejillas debían de estar preguntándose qué eran aquellas salmueras, porque Gran Damián pasó la vida riéndose.
Los huerfanitos (Santiago Lorenzo)
Valoración final
Los huerfanitos puede leerse como una sátira del mundo del teatro, pero va más allá, es un retrato de la naturaleza humana que se sirve del humor para hacer crítica social. De este modo, queda en evidencia la crisis moral y económica que ha condenado al teatro a ser un espectáculo minoritario.
El humor corrosivo, los personajes esperpénticos y la riqueza y plasticidad del lenguaje son los puntos fuertes de esta original comedia, escrita con la paciencia y dedicación de un artesano. La lectura, por tanto, exige un ritmo pausado para que el lector se recree en los detalles.
Si prefieres lecturas más ágiles, puede que esta novela te resulte un tanto recargada, con excesivo adorno, y no te recomiendo que la leas. Por el contrario, si no te amarga un buen clásico, si te gusta explorar la belleza de las palabras y las ideas, Los huerfanitos colmará tus expectativas.